Los nuevos tiempos demandan la implementación de procesos participativos para que la ciudadanía en su conjunto piense y tome decisiones sobre el modelo de ciudad que desean habitar.
Los nuevos gobiernos locales tienen como uno de sus mayores retos romper con un modelo de producción de ciudad que entiende la ciudad como mercancía y que piensa la intervención en la ciudad desde las lógicas mercantilistas. En España este modelo nos condujo a una crisis económica cuya manifestación más palpable fue el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008 y el urbanismo como práctica por excelencia de la corrupción. En este contexto de crisis del urbanismo, se abre la posibilidad y la necesidad de pensar la ciudad integrando el punto de vista de los ciudadanos. Sin embargo, las herramientas tradicionales, para llevar a cabo la planificación y gestión de las ciudades, continúan instaladas en la lógica del paradigma imperante en el quehacer urbano: la Planificación Estratégica.
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